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En un colegio, como en cualquier otro edificio o instalación, se puede producir una emergencia —un incendio, una inundación o cualquier incidente que pueda poner en peligro la vida de las personas que alberga—, y es fundamental que tanto el personal como el alumnado esté preparado para actuar en caso de que se produzca cualquier contingencia. La prevención, el orden y una buena planificación para afrontar este tipo de problemas son fundamentales para minimizar el riesgo: se trata de tener todas las posibles situaciones cubiertas para que todo el mundo sepa dónde, cuándo y cómo actuar.

En el colegio El Armelar de Valencia, cada año, durante el primer trimestre del curso escolar, realizan un simulacro de emergencias en el que sus 1200 alumnos y todo el personal, formado por unas 100 personas —incluyendo al profesorado, personal no docente y trabajadores de empresas externas—, llevan a cabo un protocolo de actuación siguiendo el Plan de emergencias del centro, elaborado con la ayuda del Servicio de prevención de la Institución Teresiana, que además el día del simulacro tiene a una persona encargada de observar todo el procedimiento para hacer la consiguiente valoración e indicar, en caso necesario, en qué se puede mejorar. 

Para llevar a cabo de manera exitosa el simulacro, previamente es necesario que cada persona conozca exactamente su rol y cómo actuar en caso de que se produzca un incidente, siguiendo las directrices que les proporciona la jefa de emergencias del colegio El Armelar, Rebeca López. Esta profesora de Primaria compatibiliza, desde el año 2020, su trabajo como docente con la coordinación de las emergencias en el centro y es la responsable del protocolo de actuación y la persona que dirige el simulacro junto al equipo de intervención, que se encarga de velar y supervisar que todos los pasos del Plan de emergencias se siguen de forma estricta y de que todo sale según lo previsto. 

No en vano, el éxito del simulacro es decisivo para poder medir la eficacia del procedimiento en una situación real. Para ello, es necesario, como decíamos, que todo el personal tenga clara su función y sepa qué hacer en todo momento siguiendo el Plan de emergencias, un documento en formato PowerPoint donde se explica de una forma muy visual todos los pasos a seguir y el itinerario que debe seguir una persona dependiendo de su ubicación en el momento en el que se produce un incidente y que llega a dada uno de los trabajadores del colegio. Aparte del documento en sí, se realiza un claustro para tener al día el protocolo de actuación y para explicar a los nuevos docentes cómo han de proceder en una determinada situación.

Y situaciones hay muchas: incendios, avisos de bomba, inundaciones, un cortocircuito… El colegio El Armelar está preparado para enfrentarse a todas ellas, y cuenta con extintores, botiquín e, incluso, un desfibrilador dentro de su equipamiento para poder atender a una persona si lo necesita, además de la formación en primeros auxilios del profesorado y del propio médico del centro. 

Simulacro de incendio

Sin duda, la mayor amenaza para un colegio son los incendios: puede producirse en casi cualquier parte y son especialmente peligrosos si se extienden con virulencia, pudiendo poner en riesgo a las personas si no estas no evacúan a tiempo la zona afectada. Aunque en el colegio El Armelar han hecho simulacros de avisos de bomba, el que más se practica es el de incendios precisamente por lo que hemos dicho anteriormente. 

Para ver cómo actúa el centro, Rebeca López, la jefa de emergencias, nos explicó un simulacro que llevaron a cabo, en el que se producía un incendio en el cuarto de calderas. La conserje da el aviso de que hay fuego es esa estancia a Secretaría —que sería el centro neurálgico desde donde se inicia el protocolo de evacuación—, que a su vez avisa a la jefa de emergencias que corrobora que, efectivamente, se está produciendo un incendio potencialmente peligroso. A partir de ese momento, desde Secretaría se llama a los equipos de emergencia y se da la alarma en el colegio para que cada aula y cada pabellón —el colegio El Armelar se distribuye por una serie de pabellones independientes de un solo piso de unas ocho clases cada uno— comienzan la evacuación hasta el punto de reunión o encuentro, situado en el primer aparcamiento del centro. Independientemente del lugar en el que se esté, este punto de encuentro está bien señalizado en los mapas de cada pabellón que ofrecen la vía de evacuación, de forma que, en caso de duda, el mapa sitúa inmediatamente a la persona y le da la información que necesita para llegar hasta el citado punto. 

La evacuación de cada pabellón se realiza ordenadamente, aula por aula, y los alumnos salen acompañados de un docente que los va guiando en todo momento. Para que nadie se quede en un aula y comprobar que todo está en orden, existe la figura del encargado/a de pabellón, que corresponde al docente de una de las clases del fondo, es decir, la más lejana a la salida. Los alumnos de este profesor pasan a cargo de un compañero de otra clase, y este, una vez todos han abandonado el recinto, va comprobando aula a aula que no queda ninguna persona y, además, cierra las puertas y ventanas —nunca con llave— tal y como indica el protocolo. En lo que respecta a otras zonas del centro, como puede ser la cocina, también hay una persona encargada de supervisar la evacuación, cerciorarse de que todo el mundo ha salido y de seguir el procedimiento. 

Cuando todos los pabellones y edificios del colegio El Armelar han sido evacuados, toca hacer el recuento. Y estamos hablando de casi 1500 personas entre alumnado y personal. La jefa de emergencias, Rebeca López, junto con algún compañero, se encargan de esta tarea con la yuda del plano del centro con todos los pabellones y aulas que lo conforman y van validando que no queda nadie en el interior de ninguna estancia y están todos presentes en el punto de reunión. En total, desde que se da la alarma hasta que todo el mundo se encuentra a salvo en el citado punto han trascurrido entre 15 y 18 minutos, un periodo de tiempo que muestra la eficiencia del Plan de emergencias, teniendo en cuenta la cantidad de personas que hay en el colegio.

Una vez finalizado, tanto la Jefa de emergencias como la persona de la empresa de prevención de riesgos elaboran un informe en el que valoran cómo ha ido el simulacro y en qué puntos se pueden mejorar porque, no olvidemos, por muy bien que se haya hecho siempre se puede hacer aún mejor.

Este es el procedimiento a seguir, en resumen, de lo que es un simulacro de incendios. En el centro también han realizado simulacros de aviso de bomba, que es, obviamente algo distinto, pues el problema es diferente; o simulacro en caso de que se produzca un cortocircuito, en el que la Jefa de emergencias, una vez localizado el problema, evacúa un aula concreto o el pabellón correspondiente, pero no todo el centro si ve que no es necesario. 

Como hemos visto, cada emergencia tiene su forma de proceder y su particularidad, pero en general, teniendo un buen protocolo de actuación, el centro está preparado para cualquier imprevisto ya sea con un incendio o un incidente menos habitual como puede ser una inundación. Lo importante, como recalca Rebeca López, es que todos tienen interiorizado y asimilado lo que deben hacer en cada momento con tranquilidad, que es un punto muy importante para llevar a cabo una evacuación exitosa. Hasta ahora, no han tenido que poner en práctica el Plan de emergencias en una situación real. Esperemos que siga así, pero si ocurre algo, estarán preparados.