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El buen anfitrión es aquel que hace sentir bien a sus invitados, que hace que se sientan como en casa, aunque esta se encuentre a miles de kilómetros de distancia, como es el caso de los alumnos y profesores que llegaron procedentes de cinco países —Turquía, Portugal, Rumanía, Polonia e Italia— hasta el colegio Santa María y San José Artesano de Burgos a mediados del pasado mes de octubre.

Su estancia en Burgos, que se prolongó durante una semana, es parte del programa Erasmus al que pertenecen tanto los centros de los países mencionados como el colegio Santa María y San José Artesano, que trabajan conjuntamente en un proyecto contra el abandono escolar emocional, de dos años de duración, en el que cada centro (seis en total) acoge a los otros durante unos días, de forma que todos abren sus puertas a los demás, para aprender unos de otros y llevar el proyecto a cabo de forma satisfactoria, conociendo las distintas realidades de cada colegio y cada país.
 
En total, fueron 35 personas, entre alumnos y profesores, las que llegaron hasta Burgos para compartir experiencias y pasar unos días de confraternización, diversión e inmersión lingüística. Porque durante esa semana, los alumnos de 2º y 3º de ESO, junto a los profesores que han estado impartiendo sus clases, se han comunicado en inglés con sus compañeros/as extranjeros. Conseguir que chicos y chicas de 13-14 años asimilen la necesidad de hablar en inglés durante toda la jornada, podría parecer difícil, prácticamente imposible, pero nada más lejos de la realidad: los estudiantes fueron conscientes de la necesidad de hablar siempre en inglés para poderse hacer entender. Y no solo en clase. Tal y como cuenta César Martínez, director del centro, lo más sorprendente fuer verlos en un entorno fuera del aula, como en la bolera —donde hicieron una actividad para que todos se conocieran y rompieran el hielo— comunicándose en otro idioma con total normalidad: “me impresionó ver cómo los alumnos hablaban entre ellos en inglés, conseguir que en un entorno no académico estén poniendo su competencia oral en práctica mucho mejor que en clase. Es una gran oportunidad para ellos”.
 
Lo corrobora Gaylor Jones, profesora del centro y coordinadora del proyecto, que califica de “éxito” el ver a estos alumnos hablando en inglés entre ellos, hasta tal punto que “nos felicitaron los otros profesores de fuera por el buen trabajo de los chicos”. Un éxito que sería imposible sin el trabajo previo de los docentes implicados en el proyecto, que dedican mucho y tiempo y esfuerzo a preparar esta estancia para que todo salga perfecto.
 
Uno de los elementos centrales de este viaje es el acompañamiento que cada alumno/a que llega al colegio anfitrión recibe por parte del compañero que le asigna. Este estudiante es el encargado de integrar y hacer más fácil el día a día de los chicos extranjeros, que siempre tienen a alguien en quien apoyarse, con el que conversar o para resolver dudas. Algunos, incluso, se hospedan con familias de alumnos del colegio Santa María y San José Artesano para hacer una inmersión total, si bien la pandemia ha hecho que algunos centros hayan preferido que sus alumnos estuvieran en un hotel por prevención.
 
Esto no ha impedido, en ningún caso, que la convivencia haya sido normal y fluida, donde todos los chicos y chicas han participado en diversas actividades organizadas por el centro como gincanas, talleres, visitas culturales por la ciudad de Burgos e incluso una obra representando el folclore tradicional de cada uno de los países invitados, donde también participaron los alumnos de primaria.
Precisamente, son estos últimos los que el colegio Santa María y San José Artesano quiere que entren en el programa de movilidad del programa Erasmus, así como los estudiantes de FP, para que hagan sus prácticas fuera y, cómo no, los profesores, para que puedan mejorar sus competencias en otro idioma fuera de nuestras fronteras. Y es que ser centro Erasmus —en su caso hasta 2027 por ahora— abre al colegio una ventana de oportunidades que no hay que desaprovechar, tal y como explica César Martín: “la dimensión europea es una línea estratégica del colegio y una oportunidad para los alumnos”.
 
Mientras se cumplen estos nuevos objetivos, el proyecto contra el abandono escolar emocional sigue adelante. Tras su paso por España, en diciembre viajan hasta Rumanía —hasta allí viajarán dos profesores con alumnos que, con su trabajo y esfuerzo se han ganado el puesto—, en marzo a Portugal, finalizando el recorrido el mes de mayo en Polonia. Una vez concluido el proyecto, cada centro sacará sus conclusiones y se elaborará un informe final para valorar el conjunto de la experiencia que, anticipamos, no podría ser más positiva.