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El centro de Jaén se apaga poco a poco. Cada día son más los establecimientos de la zona que no tienen ninguna actividad reciente —en concreto el 23,3 % del total según Comercio Jaén— lo que lleva a un inevitable deterioro del corazón de la ciudad, que está viviendo una pérdida progresiva de habitantes en los últimos años. Una “pescadilla que se muerde la cola”, pues la despoblación hace que se invierta menos en negocios y, al haber cada vez menos trabajo y oportunidades, la gente, en especial los jóvenes, deciden emigrar a otros lugares que les ofrezcan un mejor futuro.

El recreo es ese momento en el que los niños desconectan de las clases y aprovechan el tiempo libre para jugar, charlar con los amigos o hacer deporte. Y, si hablamos de deporte, inevitablemente el rey del patio es el fútbol, cuya práctica, a veces, puede generar conflictos, altas dosis de competitividad y exclusión. Un ambiente tóxico que en el colegio El Armelar de Valencia empezaron a detectar hace unos años con un grupo de alumnos a la hora del recreo cuando se jugaba al balompié, y que decidieron solucionar con un proyecto de aprendizaje-servicio que hace del patio un lugar integrador, lúdico y participativo.

Practicar el deporte no solo es beneficioso para nuestra salud, también lo es para la del planeta. Este es el mensaje que los centros que participaron en el Día europeo del deporte escolar, celebrado el pasado 30 de septiembre, quisieron transmitir a través de una serie de actividades lúdicas y deportivas, en las que como telón de fondo se encontraba la importancia de respetar y cuidar el medioambiente desde edades tempranas.

La actual crisis económica con la subida de los precios que ha traído consigo está poniendo en aprietos a muchas familias, que tienen problemas para llegar a fin de mes. Algo que, por desgracia, es más común de lo que podemos pensar y del que los colegios son conscientes, pues algunos de los alumnos pueden estar pasando una difícil situación en casa, que también afecta a su día a día en clase. Y es que la vulnerabilidad de un niño y su familia es un tema delicado para el que los colegios cuentan con protocolos de actuación para ayudar en la medida de lo posible y facilitar la vida del alumno; un refugio en el que el menor y la familia se sienten acompañados. Por supuesto, la vulnerabilidad no solo concierne a lo puramente económico, sino que puede ser un por otros factores como la barrera del idioma en un alumno recién llegado de otro país, con necesidades especiales o que vive una situación de violencia dentro del hogar. De todo ello hablamos con Neus Abad, directora de la Escola Arrels de Barcelona, perteneciente a la Red de centros, que nos cuenta cómo actúa el colegio cuando se producen este tipo de situaciones y cómo las detectan para poder intervenir de la mejor forma posible, siempre con el fin último de hacer lo que es mejor para el alumno.